Mamá solía decir que la carcoma se comió su pecho. Lo cierto es que tras la amputación, mamá se encogió sobre si misma y trató de esquivar el mundo.
Ella, que como prestigiosa abogada, siempre se jactó de ganar los pleitos más difíciles, también nos esquivaba a nosotros, su familia. Entonces, yo comencé a echar de menos sus caricias y sus desternillantes cosquillas...
Un día le sugirieron hacer deporte, para así depurar su cuerpo de las toxinas de la quimio. Mamá se enfundó unos pantalones ajustados, una sudadera dos tallas más grande (Así se disimula el "hueco", decía) y se echó a la calle a correr.
Mientras corría se sentía bien ("Para la gente soy apenas un reflejo que pasa"), y cada día alargaba un poco más el tiempo y la intensidad. Pronto ganó en tiempo y velocidad al resto de vecinas con las que se cruzaba en el parque. ¡Refulgía su espíritu de campeona!
Viendo sus progresos papá, le sugirió que participase en una carrera oficial:
-El cross de mujeres que se celebra todos los años por primavera nos viene perfecto. ¡Pero que no se enteren tus contrincantes que corres con menos peso! -dijo papá con guasa, tratando así de aligerar la tensión sobre su peso ausente.
La sorna con la que papá planteó las cosas, convenció a mamá, que preparó a conciencia su debut.
El día de la carrera mamá lució sus bonitas piernas ("Estos pantalones cortos me favorecen") Y un maillot apretado que ponía en evidencia el hueco ("El dorsal lo cubrirá"). Cuando escuchó: preparados, listos, ¡ya!, comenzó a correr.
Imaginaba que suya sería la victoria, como siempre.Siempre había soñado con ganarlo todo. Hasta ese día en que comenzó a correr después de escuchar el ¡ya!
Corrió como nunca. Pero no pudo encontrar la meta, ya que le hueco que portaba en su pecho, pronto lo llenó todo. El vacío, la nada, se expandió desde el hueco de su pecho y cubrió todo su ser. Mientras corría, su mente le recordaba las peroratas de triunfadora que exhibió ante los estrados en el ejercicio de su profesión y el vacío que la seguía en la intimidad de las noches, cuando reconocía los principios subyugados, en el alar de esos triunfos. También de vacío se cubrieron sus recuerdos más familiares e íntimos: la injustificada ausencia cuando la abuela falleció y ella se encontraba en viaje de negocios; el día que papá me llevó a urgencias cuando me descalabré por el tobogán y ella no atendía al teléfono; sus tardías apariciones en mis fiestas de cumpleaños...
Ese día de carrera, mamá no pudo encontrar la meta. En la segunda vuelta abandonó la marcha, nos buscó entre el gentío y nos abrazó con fuerza.
Ese día, mamá se encontró a si misma. ¡Y nos encontró a nosotros con ella!
Miguel Ángel Gayo.
Ganador del I certamen "Cuentos para un cross"
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Corto solidario, dirigido por Paco León en colaboración con Buckler 0,0.
(Todo ello... robado del blog de Francisco Masa: "Millas y Birras", en el Día del Libro.)