viernes, 30 de septiembre de 2011

A nosotros...





A nosotros
los de la segunda mitad del siglo XX
que hemos dividido el átomo
que hemos conquistado la luna
nos dan vergüenza
los ademanes afectuosos
las miradas cariñosas
las sonrisas cordiales.

Cuando estamos sufriendo
torcemos la boca con desdén.

Cuando viene el amor
nos encogemos de hombros con desprecio.

Fuertes y cínicos
con ojos con ironía guiñados.

Y solo tarde por la noche
con las ventanas bien cubiertas con cortinas
nos mordemos las manos de dolor
de amor nos vamos muriendo.


Malgorzata Hillar



Callaitos, os deseo un... Feliz Fin de Semana.

Besos y abrazos.

martes, 27 de septiembre de 2011

Nostalgia de los cuerpos...



Tienen algunos cuerpos la cualidad del agua.
Como ella, trasparentes o turbios, se deslizan
suaves pero imparables. Van dejando sus rastros,
como una huella húmeda, en los huecos
más descubiertos de nuestra memoria,
en las grietas del alma, y acomodan
sus perfiles, olores y cadencias
donde queda un resquicio de nostalgia.


Josefa Parra

lunes, 26 de septiembre de 2011

Tiempo...


Trato de equilibrar el desequilibrio
de las horas con los besos no dados.
De hito a hito recorro cada centímetro
de lo que quise decir y fue silenciado.

Arrostro al tiempo sin amortizar
que intenta dejar secos mis labios
no permitiendo que ruede el verbo
hasta el mismo troquel de mis manos.

Haré frente al minutero
aposentándome en su esfera
escanciando cada tic-tac
del pulso
de los límites de sus venas.


sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Recuerdas?

Te diré
que no lamento los silencios
de que estaba hecha mi calma.

¿Recuerdas?
Tú quisiste, como yo,
volverte aire,
para así escaparte
entre las grietas
tristes
del invierno.

Te diré
que aún mastico las palabras
que murieron, torpes,
al llegar a mi garganta.

Yo no pude
transmutarme en aire,
amor,
no pude abandonarme.

                                                                                                                                  Marta Uma Blanco



viernes, 23 de septiembre de 2011

El Horizonte y la Luna...



Tiene una sonrisa pícara la Luna;
con el horizonte ha quedado.
No sabe que es un zascandil
y que de la cita se ha olvidado.


Se ha vestido de nácar y de reflejos submarinos.
La muy presumida, sus pestañas se ha teñido.

La noche está clara pero no se divisa el horizonte. Ella sale a su encuentro sin saber dónde buscar al muy tunante.

Se posa en el balcón de la espera apoyándose en la baranda de la paciencia inabarcable.

Su fulgor va desgastando bordando con él, en una duna, su nombre para regalarle.

La saludan: Apus, Carina, Cassiopeia y Tucana.
Scutum se detiene, quiere mantener un diálogo que ella no pretende ni consiente y es esquivado.
A Pyxis le pregunta si está bien situada. A ver si es que no se la ve y es el motivo de la tardanza.

Ya tiene que retirarse.
Horizonte no ha aparecido y con lágrimas se desmaquilla sin saber qué le habrá ocurrido.

En el regreso se cruza con una vibrante cometa que muy sútilmente le comenta que su esperado en su vértice se ha estado columpiando durante toda la noche.

Con una aciaga sonrisa la despide, diciéndole que se alegra y que desea que se repita su buena estrella. Que ella hizo su ronda, como cada jornada y que el cansancio ya la aleja.


Abatida y desencantada, con el ahogo de las olas, su nostalgia en el mar se rompe.
Escondiéndose en su milímetro cuadrado de tristeza donde, con si misma, se zambulle. Y menguándose en el desierto de su destemplanza, eludiendo el evocar, se adormece...  esperando que la sorprenda el atardecer, que no el horizonte, del día siguiente.

Ya, sin certidumbres ni desengaños, para su próxima salida llevará la sonrisa de diario...


Pícara e ingenua,
en qué estarías pensando...
si cuando quedaba contigo
él ya miraba a otra
... por otro lado.




martes, 20 de septiembre de 2011

A las cinco y cinco...


Qué niña me volvía
al cantar la tarde.

A las cinco y cinco 
nos encontrábamos.

Se rompía la espera,
se detenía el aire.

Creía que nos queríamos
y dibujaba planes;
las promesas eran
futuros chispeantes.

Yo soldaba sueños...
con estambres.
Tú, mucho más real,
soldabas el momento
y querías solazarle.

Pero el viento deflagró,
y ya no te trajo.
A las cinco y cinco
ya no llegaste.

En un día de lluvia,
de esos en que los besos
saben a tempestad,
te marchaste.

Ahora,
a todas horas hay niebla
en la que mi aliento escribe:
No sé ser yo... sin ti.
Quiero crecer contigo.
¡Vuelve !

Qué vuelvan a ser
sobrenaturales
las cinco y cinco...
de la tarde.




lunes, 19 de septiembre de 2011

Sólo para ti...


Sólo para ti escribí,
aunque tú no me leyeras,
hablé al vacío
aunque tú no lo escucharas.
Robé una hora al reloj,
borré los mandamientos
y olvidé los pecados capitales.
Sólo para ti salté de mi mundo,
del tren de las reglas,
del filo de la leyes
y del vagón de las verdades.
Tracé caminos -inrecorridos-,
inventé palabras nuevas,
pinté lo inexistente,
me dividí en partículas,
me rompí y me recompuse;
me volví invisible
y me faltó el aire;
dogmaticé espejismos,
me bañé en tu sed
y en la sal de mis pesares
.
Sólo para ti amé lo prohibido,
creí en lo irrazonable,
fui canción incompuesta
y ave agonizante.

Sólo para ti...
y tú sin enterarte.
 
 
 

domingo, 18 de septiembre de 2011

Manuscrita...




Cuando ya no me queden fuerzas
para resistirme a tu mirada
y mi tesón se calcine
y en mil trozos se deshaga.

Cuando ya me ahoguen
los resquicios de nostalgia,
el mañana inexistente
y las puertas traspasadas.

Te amaré...
como se ama a lo inventado: 
fuera del mundo
con los ojos cerrados.
Con la razón desvestida
y el apremio desmesurado
con el único sentimiento vivo
de lo que vaya escribiendo
tu cuerpo en mi cuerpo
con el ardor de tus manos.







 
Y me acunaré
en el alfiz del despertar,
temblando,
con tu aliento
anudado a mi garganta,
con el alma tallada,
la vista marchita,
el corazón tatuado
y la piel... -manuscrita-. 








viernes, 16 de septiembre de 2011

Un "te quiero"...


 

El devaneo del viento
con su agudo silbido
detuvo mi pluma 
devolviéndome a la realidad.

Interrumpió mi sueño...
saliste de él
pero yo,
deprisa,
de ti
me fui detrás.

Tanto corrí
para darte alcance
que de mi cuaderno
se escaparon:
dos vocales,
la h intercalada,
unos acentos,
y alguna que otra
consonante.

Sin las letras perdidas
el verso iniciado
no lo pude terminar.

Sólo me quedaron siglas
para escribirte un 
te quiero,
con toita mi Alma, 
y... poco más.






*Feliz Fin De Semana*

jueves, 15 de septiembre de 2011

A ciegas...


Cuando nos encontramos
y vamos a escondernos
bajo la Luna
y el agua que cae
no son sus lágrimas...
recogemos nosotros
las nuestras
en el tálamo
de las promesas
y de las noches mágicas.
 
Y jugamos a ciegas.
 
A la Luna le vendamos los ojos.
Y nosotros
nos disfrazamos de nosotros;
y las manos se nos vuelven
cigarras,
los sentimientos hormigas
y la tinta
la voz que nos habla.
 
Soñamos a ciegas,
nos conocemos a ciegas,
nos tocamos a ciegas,
nos besamos a ciegas,
y bajo la Luna ciega...
a ciegas nos vamos
y con los ojos teñidos
del color del alba
a ciegas nos recordamos.
 
Y a ciegas, como la Luna,
no nos olvidamos
porque llevamos el sabor
de nuestros nombres
en los labios pintados.
 

 

 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Un cachitín de Rayuela...

 

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



Julio Cortázar.




Ainsss, qué bonito...

Un día voy a buscar las declaraciones de amor que me llamaron la atención de algunos libros que leí...

Si alguien me da alguna idea... se lo agradeceré.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Amor virtual...

Una tarde cualquiera. Seres anónimos flotando en un espacio infinito. Almas vagando a la búsqueda de un encuentro, de un tenerse, de un te escucho, de un te quiero. Lluvia que lastima aún más. Hielo de angustia por fuera y por dentro. Corazones heridos, necesitados, sedientos, hambrientos del otro. Soledades. Nostalgias. Recuerdos. ¿Cómo estás?  Con frío. También yo. No hizo falta más.  Supe que ibas a ser mía, y yo tuyo. No vi tu rostro, lo imaginé. No vi tu cuerpo. No hacía falta. Te sentí y me sentiste. Te amé y me amaste. Y las letras comenzaron a danzar una música imaginaria, y nosotros moviéndonos a su compás. Y se entrelazaron, se apretaron y fundieron en una única palabra. Luego volvimos al silencio. Guardamos en un arcón esas ya cansadas letras. Fuimos felices.
Hasta el próximo encuentro…

Daniel Najnsztejn



domingo, 11 de septiembre de 2011

Hoy... no veo el mar.



Hoy las lágrimas queman
al rodar por mi cara...

Vendí mi bicicleta,
mi diriario,
tres canicas
y una taba pintada.

Con lo que me dieron
y mi alma de niña,
me fui a buscar
la ruta del agua.

No sabía que no era para mí;
ni que no me la podría llevar
entre mis manos estancada.

Entonces quise ser náufraga
y quedarme entre sus olas
y sus colores de plata.

Tampoco pudo ser:
no era sirena, ni caracola,
ni roca encallada.

Confórmate -me dijeron-
con mirarlo...
desde tu ventana.

Hoy las lágrimas queman
al rodar por mi cara...

No tengo bicicleta,
ni diario,
ni canicas,
ni taba...

Y... No se ve el mar
desde mi ventana.



viernes, 9 de septiembre de 2011

La estación del amor...


Vivimos la estación del amor como la hierba
buscamos un pedacito de tierra
y un pequeño sueño
y cuando cae la tarde
nos levantamos como la niebla sobre las plantas
buscando nuestros poemas
y nuestras lágrimas secas.

Guárdame, como guardas los poemas
como las mariposas guardan sus secretos
para un largo viaje
y ve hacia la cima de los mares
donde el amor y el llanto
son sagrados.


                                                                                                                       Saniya Sáleh




miércoles, 7 de septiembre de 2011

Carta al tiempo...

Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce

                                                                                      y sus zapatos.

Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.


El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohibo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.


Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.


                                                                                                    Clara Isabel Alegría Vides

sábado, 3 de septiembre de 2011

Castillo de arena...



Soñé que contruíste un castillo de arena
con grandes ventanas y una puerta pequeña,
como decía Gioconda Belli
en alguno de sus poemas.

Lo hiciste, palmo a palmo, de noche,
cuando la playa estaba desierta
siendo toda la arena sólo para ti
y la luz de la luna y las estrellas.

Y que a mi despertar y con tu primer bostezo
me lo traías en tu mano para que en él viviera
aislada del mundo
y con la mar como compañera.

"Regálamelo sin que despierte
así viviré durmiendo en él
eternamente."


¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad está lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa...



                                                                                  Gioconda Belli





viernes, 2 de septiembre de 2011

Septiembre...


Se han encogido los días
y se han alargado las noches.
Esas noches en que secretamente
te sueño
y en que calladamente te nombro.

Asomó Septiembre,
tripulando al orden;
caliente y tímido...
pero valiente.

Me quedaré quieta
a que el Otoño
destape sus cromáticos colores
y que los momentos que tan deprisa
voy perdiendo
los cubra
con matiz de amaneceres.

He calculado
seis días de hastío,
alguno portador
de sorpresas,
tres o cuatro
de indiferencia
y los demás
de monotonía.

Disimularé
... las inevitables canas
con los posos
que en el fondo de la tetera
perezosos duermen;
... mis prohibidas ganas de verte,
de saberte
y de abrazarte...
con una sonrisa inerte.

Y esperaré, pacientemente,
a que los primeros hielos
de invierno
vuelvan a escribir
un nuevo cuento
de primavera.

Arribó... otro Septiembre.