sábado, 3 de septiembre de 2011

Castillo de arena...



Soñé que contruíste un castillo de arena
con grandes ventanas y una puerta pequeña,
como decía Gioconda Belli
en alguno de sus poemas.

Lo hiciste, palmo a palmo, de noche,
cuando la playa estaba desierta
siendo toda la arena sólo para ti
y la luz de la luna y las estrellas.

Y que a mi despertar y con tu primer bostezo
me lo traías en tu mano para que en él viviera
aislada del mundo
y con la mar como compañera.

"Regálamelo sin que despierte
así viviré durmiendo en él
eternamente."


¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad está lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa...



                                                                                  Gioconda Belli