miércoles, 30 de noviembre de 2011

Discordancia...

Naces con el cuerpo al aire,  con el alma en azul, con la mente vacía, con la médula desnuda de recuerdos.

Con muchos pocos a pocos, pero con prisa... se va vistiendo nuestra osamenta de hematomas, de risas, de aflicciones, de sueños.

Nos vamos forjando con horas, con años, con instantes y momentos.
Galvanizando nuestro armazón con emociones, con fantasías, con quimeras, con tormentos.



Desgastas suelas, suturas heridas.
Kilómetros de cicatrices te acompañan y te hacen pensar que tu senda ya está curtida.

 Y cuando crees que ya lo viviste casi todo caes en la cuenta que es mucho más lo que no hiciste que con lo que te vestiste.
Te das cuenta que navegaste poco, que muchas aguas no las recorriste y que aunque todas no estén al alcance tienes sed de las que no bebiste ni conociste.
Porque nadaste y no llegaste a un puerto.
Porque caminar no es andar y quedarte. Lo mismo que sobrevivir no es vivir.

Notas que sientes cierta tiritera al mirarte un día en un antiguo espejo y ver unos ojos descobijados y opacos:; y dices que es el espejo que está fuera de nivel... Pero no te puedes seguir engañando al tantear  la piel y sentirla despojada, desarropada, sin abrigo... en cueros.

Se cubrió tu cuerpo, pero tu piel... no.

Sí, nacemos contestatarios y transigentes.

¿Cuándo comienza a fraguarse el inconformismo y a generarse la resignación?

lunes, 21 de noviembre de 2011

El mito de las Sirenas...

Las sirenas a diferencia de la costumbre popular, dentro de la tradición griega eran genios marinos, mitad mujeres y mitad aves. Su ascendencia no está clara. Según las versiones más comunes del mito, son hijas de Melpómene (musa de la tragedia) y de Aqueloo (dios del río homónimo y primogénito de los dioses-ríos). Pero otras versiones las hacen hijas de Aqueloo y Estérope, o Terpsícore (musa de la poesía y la danza) o también del dios Forcis. Según la versión de Libanio, nacieron de la sangre de Aqueloo, que fue derramada por Heracles (Hércules).
La primera mención que se conoce de las Sirenas es en La Odisea, cuando Odiseo se enfrenta a su canto en el mar. Aquí aparecen sólo dos, pero otras tradiciones hablan de tres: Pisínoe (Parténope), Agláope (Leucosia), y Telxiepia (Ligia) o incluso de cuatro: Teles, Redne, Molpe, y Telxíope.
De las sirenas se sabe que su especialidad era la música. Se cree que una tocaba la lira, otra cantaba y la otra tocaba la flauta.
Para el poeta y mitógrafo Ovidio, las sirenas no siempre tuvieron esa forma, sino que en un principio eran mujeres muy hermosas compañeras de Perséfone (diosa del mundo subterráneo y compañera de Hades), antes de que fuera raptada por Hades. Cuando sucedió el secuestro, ellas le pidieron a los dioses que les dieran alas para poder ir en busca de su amiga. Otra versión dice que su transformación fue un castigo de Démeter por no defender a su hija de Hades e impedir el secuestro. También se dice que Afrodita les quitó su belleza, por que despreciaban las
artes del amor.
Hay una leyenda que cuenta que después de la metamorfosis, rivalizaron con las musas, y éstas muy ofendidas, las desplumaron y se coronaron con sus despojos.
De acuerdo con el mito más difundido, vivían en una isla del Mediterráneo que tradicionalmente es ubicaba frente a la costa italiana meridional, más específicamente frente a la Isla de Sorrento y con la música que tocaban atraían a los marinos, que aturdidos por el sonido, perdían el control del barco que se estrellaba contra los arrecifes. Entonces las Sirenas devoraban a los imprudentes navegantes.
Varios héroes pasaron por su isla incólumes, gracias a ardides o a la ayuda de algún dios. En el caso de los Argonautas, se cuenta que pasaron muy cerca de la isla de las sirenas, pero que Orfeo, que tenía fama de cantar maravillosamente (héroe griego) hizo uso de su talento con tanta armonía y tan melodiosamente, que no las escucharon por lo que se salvaron de su terrible destino. Butes (uno de los argonautas) no pudo soportar la tentación y se lanzó al mar, pero Afrodita lo rescató.
De igual manera, Odiseo (Ulises), fecundo en ardides, cuando se iban acercando a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al escuchar los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas.
Posteriormente, las sirenas pasaron a ser consideradas divinidades del más allá, y se suponía que cantaban para los bienaventurados en las Islas Afortunadas. Fue así como pasaron a representar las armonías celestiales y es así como las dibujan en los ataúdes y sarcófagos.





No sé el autor.

Si alguien lo sabe que me lo diga y lo pongo...

Hablamos de sirenas y creo que aquí hay mucho de lo que dijimos.

Deseo que os guste.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Siempre...


Siempre...
es imperfecto mi acento cuando tiemblo.
Entre hipérboles cae el sonido...
de tu nombre.
Sigo asomándome,
despierta y dormida,
-a y en- tus transparentes ojos.
El susurro de una sonrisa nace,
despierta mi alma en el recuerdo intacto,
diario e imperecedero.
Tu presencia no me abandona
aunque tocarte no pueda.
No sé por qué te llamo
si siempre estás...
Pero es que se me escapan
esas dos sílabas
en murmullos, en grito,
en palabra...

Hoy hubiéramos compartido
velas, tarta y risa.

¡Padre!


 (Sigo siendo niña, muñeca y "mariquilla"... ¿Me ves?)





viernes, 11 de noviembre de 2011

Frío...



Frío llaman al estanque congelado
a la nieve en los tejados.
A escurrirte en las aceras
cuando en la noche ha helado.

Frío llamo yo a desvencijarse el ego
en las hélices del tiempo
cuando el sueño se vuelve nómada
y no regresa a su seno.



Frío digo yo al alejamiento
que pinta lágrimas endecasílabas
fluyendo como sangre en arteria
quebrándoseles las aristas.

Frío es la gesta de soledades
que multiplican las penumbras
tejiendo humo con esperas
en las turbulentas sombras etílicas.

Frío es notar la piel desvestida
por muchas lumbres que quieran ungirla
porque el calor que la guarecería
deslizándose se va... por las bipolares rendijas.
 
  
                                 Se ha deshojado el árbol que alcanzaba a rozar mi vista.
                                 La calidez de la mañana ya no aflora al aclarar el cielo.
                                 El aire danza sibilante a la vuelta de las esquinas.
                                 Brota otoño...

                                 Tengo... frío.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Detenida...



Como golondrina de azabache
he renacido esta mañana.
Detenida en la acrobacia
por el averno de la nada.

Detenida al despertar
por la resaca y el hambre...
Hambre de tiempo,
resaca de palabras.

Miro hacia atrás
y la aquiescencia se me sesga.
Mi voluntad ha sido incrustada;
me impide continuar... quedó varada.

Siento que soy un aquí sin allá.
Un ardiente motivo sin causa.
Un alijo de proyectos...
truncados,
muriendo entre espinas
recordando el recuerdo
y olvidando lo olvidado.

Detenida
se me rompe la voz
mintiéndome al decir
que me miento
y no traspasando la luz...
el secreto de mi verso.
 


domingo, 6 de noviembre de 2011

Tu rostro...



…ahora que te quiero
nublos se forman en mis manos
(como anillos quizás)
O son ampollas del dolor de no verte
incauto caminante (del camino)
que bajo un cielo turbulento grita
ahogando su afonía
en la derrota de seguirte amando:


que nadie sepa tu nombre
sólo yo pronuncio cuando muere la tarde
cuando la noche arriba
y entre cobijas respiro y me desangro…,


húmedo es tu recuerdo que eyacula en silencio
tu mirada se pierde cuando mira
-cuando sabe mirar-
‘Mi triste despedida’



Tu boca que deglute mi boca
donde confundes tu saliva con la mía
en un estúpido beso -que nada dice-
Que nada nos regala…


Esa eres tú. Y yo. Sólo yo
he dibujado tu alma.


Sergio Martín



sábado, 5 de noviembre de 2011

Herida de amor...


Espera.
No me cierres
del todo el corazón
que no ha salido aquel beso.
Ni aquella mirada de lumbre
que se me hizo dentro
luciérnaga.
Todavía hay un último
te quiero guardado
que se agarra a un sueño.

Espera.
Que con otra puntada
se hará más de noche.
Y el miedo siempre
se ceba con lo frágil,
con lo niño.



Espera …
¡Mira!
Si ese roce de la ropa
que fue una tormenta
en mi cuerpo…
¡Lanza relámpagos!
Si esa mano lenta
de marea
que trepidaba en su piel…
¡Empuña un arma!
Y aquella boca abierta
entregada de túnel
sombrío de placer…
¡Si enseña los dientes!

¡Espera!
¡Están asomándose!
¡Qué miradas de soldados
cercados por el miedo!

Zurce despacio.
Ciega con ellos dentro
la costura.
Que fuera del corazón
no son nada.

¡Que me duela siempre
esta herida de amor
que no se cierra!

                                                                           Rubén Lapuente.