Cuando ya no me queden fuerzas
para resistirme a tu mirada
y mi tesón se calcine
y en mil trozos se deshaga.
Cuando ya me ahoguen
los resquicios de nostalgia,
el mañana inexistente
y las puertas traspasadas.
Te amaré...
como se ama a lo inventado:
fuera del mundo
con los ojos cerrados.
Con la razón desvestida
y el apremio desmesurado
con el único sentimiento vivo
de lo que vaya escribiendo
tu cuerpo en mi cuerpo
con el ardor de tus manos.
Y me acunaré
en el alfiz del despertar,
temblando,
con tu aliento
anudado a mi garganta,
con el alma tallada,
la vista marchita,
el corazón tatuado
y la piel... -manuscrita-.