Cuando nos encontramos
y vamos a escondernos
bajo la Luna
y el agua que cae
no son sus lágrimas...
recogemos nosotros
las nuestras
en el tálamo
de las promesas
y de las noches mágicas.
Y jugamos a ciegas.
A la Luna le vendamos los ojos.
Y nosotros
nos disfrazamos de nosotros;
y las manos se nos vuelven
cigarras,
los sentimientos hormigas
y la tinta
la voz que nos habla.
Soñamos a ciegas,
nos conocemos a ciegas,
nos tocamos a ciegas,
nos besamos a ciegas,
y bajo la Luna ciega...
a ciegas nos vamos
y con los ojos teñidos
del color del alba
a ciegas nos recordamos.
Y a ciegas, como la Luna,
no nos olvidamos
porque llevamos el sabor
de nuestros nombres
en los labios pintados.