viernes, 9 de diciembre de 2011

Parece domingo...

Parece domingo y es viernes...
 
Recuerdo cuando te despedías el domingo (le odiaba), para mí el verdadero día de fiesta era el viernes porque te volvía a ver y teníamos horas por delante para los dos...
Recuerdo cuando impaciente te esperaba, no el viernes... sino todos los restantes días hasta llegar a él.
Qué eternidad de tiempo desperdiciado sin ti... y después qué efímero se hacía cuando ya estabas conmigo.
Pero ya es... eso; recuerdo sin sabor a domingo.
 
No sé cuando comenzaron a juntárseme los días y a no distinguirlos.
Ni cuando comenzó a ser acostumbramiento y no novedad.
Tampoco sé cuando hizo acto de presencia la rutina.
Ni en qué momento me dejaste de ilusionar.
 
Ya no se oyen los latidos que dibujaban tus pasos al sentirte llegar. Ni te los llevas al marchar.

Se han agotado los murmullos que perfilaban mis labios en los tuyos durante los antes y los después.                         
Se silenciaron los suspiros que escapaban inconscientes, encadenados, en esos días de Abril que no esperaste a que fuera viernes o domingo... para estar junto a mí.
Se secaron las aguas que destilaban tus caricias y me hacían vibrar.
 
Ya mi impulso no le detienes, mis palabras se han quedado sin dueño... no se pronuncian por ti.
Parece domingo y no me importa nada...
 
 
Parece domingo y ya... vuelve a ser viernes.
Pero es que ya... me da igual.
 
No necesito de ti.