Me turba su ronco ladrido oscurecido
jadeando delirios en ése rudo aullido.
Desgrano, como si fuera maíz, el temor
amasando la tentación de irme sin aviso
troquelando la llave sin tija, sin giro.
El frío repta por el cristal de mi copa
tornando toda terneza en acedía;
brechas de acuidad cercenan,
sin acatamiento, la deliberada huída.
Desasosiego y quietud
nacen y viven abrazados.
A veces, batallan...
consumiéndose soñando.