sábado, 17 de marzo de 2012

Congoja...





Ya se oye el silbato anunciando despedida.
Lentamente, el tren, comienza a moverse.
La alegría y la tristeza viajan en él.
El olvido y la melancolía.
El leve traqueteo y el chirriar de las vías
va indicando alejamiento.
La paz la envuelve, se amodorra.
Piensa en él
y le hunde en su regazo.
Cuanto más lo distancia,
las nostalgias más la cercan.
Contando kilómetros... se va desviviendo;
mira por los cristales y ve llorar al cielo.
No tiene más casa que ése vagón,
ni más agua que su recuerdo;
ya no posee el resguardo
de su cuerpo.
Quiere volver a sentirse en el abrigo de sus brazos,
ellos ya son sólo su única historia,
su único albergue, su único lazo.
Despertando, pálida, de tan inquietante sueño
vuelve deprisa... al regreso. 
(Aunque el volver no sea lo pactado.)