viernes, 20 de abril de 2012

Desvelo...


Llegaste con los primeros bostezos del sol
tachando los guarismos en mi almanaque;
nublándome la palabra y las pestañas,
haciendo añicos el boscaje de la tarde.
 
Me envolviste los ojos en dulce otoño,
las vértebras de la equidad... erosionaste
suscribiéndome al inseminado verbo
de yacer y fantasear desvanecidamente.
 
Dubitativamente y sin que amaneciera
aventaste al mar hasta mis sábanas
y sin dejar que las olas las bautizaran
a mi onírico descanso despabilaste.
 
Desperté vituperando al indómito murmullo
que mentaba cada sigla de su nombre
poblando mi almohada de la espina del desvelo
dos horas y media antes de que alborease.
 
Sueño... vuelve.