lunes, 25 de junio de 2012

Antes de que expire el alba...


Éramos jóvenes y soslayados
cuando nos encontramos.
Han pasado desde entonces 
unas cuantas lunas
y unos pocos anuarios.
 
Como si una clase geográfica fuere
me mostrabas que había otro país
en un mapa imaginario,
para mí desconocido y codiciado.
 
Haciendo más nada,
... te alejabas.
 
Ya me hice mayor.
Tengo los apéndices de mis costados
amustiados; 
tú tal vez no, pero mis talones crepitan
derrengados.
Rielo, toda yo, como un eterno suspiro
inmerso
en regatos de aguas que soldaron
las alas y los pasos,
en estos morados intervalos.
 
Ven
avivemos lo inconcluso como al fuego
y atisbemos lo prorrogado.
Vaciemos en el beso que no te daré
el bullicio de la calma
y en el abrazo que no me darás
angostemos la marcha...
antes de que expire el alba.
  
Ven
vuelve a dibujarme el mundo
al otro lado del mundo
y aléjate, si quieres,
-como hiciste otras veces-
diciéndome... nada.
 
Ven,
que hoy llovió, inesperadamente,
y de las nubes grises
cayeron grises lágrimas.
Ven,
que yo sola todas no las puedo libar
y se anegará, en su charco, mi seca vaina.
Ven,
antes de que expire el alba.
 
No te enerves, no te rentendré
más de lo que dura el corto vuelo
de una mariposa rauda
que cada día renuncia a la vida
antes de que expire el alba.
 
 
-¿Vendrás?
-Te espero.