En la cadencia de la media luz que se cuela tras la cortina en este ígneo día
el tiempo parado crepita deprisa ante las caléndulas matizadas y frías
latiendo vida que sin serlo es donada peregrina en las arterias tupidas
derramando la linfa remanente en la alacena del soñoliento y velado mediodía
al son del requiebro del suspiro que danza cuando, sin querer, le unge
enlosando de estertores la cuadratura de cada centímetro de la garganta
porque sólo él hacía volar a ésta pluma de pájaro... párrafo tras párrafo
al ser el alma, estancada y despojada, caminada por la estría de su palabra.
-Quizá sólo fuera una herejía que se cernía en los trasluces de una ventana frágil y lacerada...
esperando reposar en cualquier ojos embelesados y no en los que, ortodoxos, le contemplaban.-