viernes, 6 de diciembre de 2013

La felicidad...

Tenía una fiesta esa noche y andaba un poco "enmorroniscá" y no le apetecía en absoluto ir. Maldita la gracia, pensaba ahora, de que la hubieran invitado.
El caso es que ya tenía elegido el vestido que quería ponerse, desde hacía tiempo, le gustaba mucho y quería tener la oportunidad de estrenarlo, pero ni eso la animaba a asistir.
 
Caminaba entre un gran haz de luces y entre intensos murmullos que no cesaban, parecían gallineros humanos con tanta gente pululando por todos los rincones. Era víspera de fiesta y el centro comercial estaba iluminado al máximo. Los escaparates invitaban a pararse ante ellos y contemplarlos. Ella los miraba de soslayo y sin detenerse. Ninguno atrapaba su intención de llevarse algo de lo que exponían.
De pronto sus ojos fueron capturados por unos altos y llamativos zapatos, parecía como si le dijeran: "sácanos de aquí, llévanos contigo... somos para ti". Eran rojos, de un atractivo charol y con los tacones más altos e impresionantes que jamás hubiera podido soñar.
Sin pensárselo demasiado, por no decir nada, entró en la tienda, pidió su número y se los calzó. Eran para ella, jajaja, ya no tenía duda. -El precio es algo exagerado- pensó, pero tampoco contempló si merecía la pena o no... Se los llevó. Compró su felicidad en ese momento.
 
De pronto la gana de ir a aquella fiesta se le hizo irresistible.
 
Llegó a casa y sin tan siquiera quitarme el abrigo, sacó los zapatos de su caja y se los puso. Tarareó cada canción que se le ocurría en lo que iba preparando lo necesario para lucirlos y sin dejar de mirárselos en todo momento.
 
Se arregló tranquilamente ya que disponía de bastante tiempo hasta la hora en que debía salir.
 
Llegó al restaurante como si de otra que no fuera ella se tratara. Segura de si misma, subida en aquellas nubes que la elevaban por encima de los demás y le daban optimismo y seguridad.
 
Cenó en medio de una charla animada y pensado en el baile que vendría después de brindar.
 
Cuando la música comenzó a sonar e invitaba a ir a la pista se dio cuenta que los zapatos le apretaban y que si casi no podía dar un paso con ellos puestos, ya... malamente podría danzar. Sus pies doloridos se lo impedían.
 
Dichosos zapatos... sólo la hicieron feliz un rato.
 
 
-¿La felicidad se puede buscar, te tiene que llegar, se puede comprar, se puede conservar y guardar..?-
Pero... sobre todo: ¿Qué es la felicidad?
 
(Aysss  [suspiro], si acaso... mañana lo intentaré pensar.)
 
 
 
Creo que viene muy a cuento lo siguiente:

El chándal de papá.

(Conversación real entre una madre y su hijo Samuel de cinco o seis años en el asiento trasero de mi taxi):
 
 
-¿Por qué corren esos señores? ¿Llegan tarde a algún sitio? -dice el niño en referencia a un par de hombres haciendo footing.
     --No, Samuel. Están haciendo ejercicio.
-¿Y tú cómo sabes que están haciendo ejercicio y no corren porque tienen prisa?
     --Por su ropa. Llevan ropa de deporte. Zapatillas deportivas, pantalón corto…
-Y si en lugar de hacer deporte corrieran porque tienen prisa, ¿qué ropa llevarían?
 
 
     --Cualquier otra. Chaqueta y corbata, por ejemplo.
-O sea, que si un señor corre con corbata, es porque tiene prisa. Pero si el mismo señor corre con ropa de deporte, es que está haciendo gimnasia.
     --Eso es.
-¿Y papá?
     --¿Cómo dices?
-¿Por qué desde que le echaron del trabajo va siempre en chándal si no tiene prisa ni corre ni nada?
     --Porque está deprimido.
-¿Deprimido?
     --Sí, ya sabes: triste.
-¿Cuando alguien está triste usa chándal para ir al bar?
     --Algunos sí.
-Me gustaba más papá con corbata. ¿Se la dio a su jefe cuando le echaron?
     --No, cariño. Esas corbatas siguen siendo de papá. Aún las guarda en el armario.
-¿Y también guarda en el armario la felicidad?
 
       (Silencio)
 
-Daniel Díaz-


Os habéis parado a pensar que hay veces que una voz inocente reclama tu atención y buscas respuestas a esas preguntas que te hace así, como algo casual... y no entiendes el qué cómo una mente tan sin madurar, aún, tan tierna y tan inexperta puede llegar a semejantes conclusiones que uno no ve y menos se detiene a preguntarse... ??


Feliz larguísimo fin de semana.