Hoy, día de constituciones,
se posó en el tejado el pájaro espino,
en los cristales el vaho del hielo,
y en mi diario... agua y silencio.
Vuela un incoherente verso,
sentimiento abstracto
de conjunción contradictoria,
en los recodos del viento.
Se rompe el límite de los horizontes
al besar la voz que camina a círculos
en los indelebles ecos
que no acuden
a estas congeladas manos,
a estos inquietos dedos.
Los ojos como gorriones
derrocan la retina marmoleña
abocetando la línea que separa
océano y cielo
atorando en la garganta los señuelos.
El poema se hace complicado,
al autoescribirse observándome,
y va sembrando granizo en las falanges
de este tardío Otoño crucificado,
frío, plomizo y sin documentos.
-¡Bienvenido... Invierno!-