Casi dormida, al filo del despertar,
ni me encuentro, ni sé quién soy.
Deambulo por rutas atemporales.
Conocimiento despojado
clavando puñales en el pasillo erigido
desde Sagitta a la estrella más ígnea.
La memoria:
vertiente alcohólica en miles de bocas.
La lengua:
nube gris envuelta en sedas lívidas.
La dermis:
al bies; ceniza en el ardor de otra piel.
Los ojos:
diversificados verbos viajando con retroceso.
Sólo son frugalidades desportilladas
en estas mañanas extrañas.
Vientos Contraliseos que escampan
y se detienen cuando me abrazas.
Dejé a la noche intacta
y sin saber
cuándo el último renglón
escribiré.
No me alejé, pero no sé volver.