viernes, 20 de junio de 2014

Arcanos...


Querido desconocido:

Tropezamos como glaciales desabridos, calados de sinsabor, sin ningún interés ni antecedente creado.
Los avatares intervinieron para que en apenas tres cortas frases, que se suponían de pura cortesía, nuestros desconfiados vocablos se afianzaran y nuestros demonios pálidos, farsantes y obscenos, se fueran aislando y divorciando, al... en la línea de mi sonrisa, arquearse la tuya y en el arco de tus dedos los míos permanecer curvados, tras el incidente impensado.

Y ahora que me encuentro en el mismo sitio de ayer, en el mismo esquinazo resguardado, misma mesa, misma silla, y casi misma yo... pensándote, con tu silla esperando... te escribo, aún a sabiendas de que, aunque no nos dijimos de encontrarnos, no tardarás.

Llegué antes que tú. Bastantes minutos le adelanté a la hora que no acordamos, con ésta intención... la de decirte, mediante misiva, lo que quizá al verte frente a frente se me hubiera olvidado:

Desearía que siguieras cristalizando esos secretos que, al compartirlos conmigo, te hicieron chispear las pupilas, algo que hacía mucho que no te había pasado. Y a los que, retenidos, se quedaron en el tintero... me encantaría que les regalaras pluma y papel para que viajaran.

No quisiera que continuases en una copa, una tras otra, de vino... buscando estrellas, ni contando los infiernos que ves arder en el cielo, ni los que crees que arderán tras la botella... en ese rincón desportillado al que tú llamas tu aislado purgatorio, y en el que improvisas nuevas maneras de dejar tus vicios, a la vez que late en tus manos el querer seguir sujetándolos.

Anoche, motivamos desmotivos añejos, recuerdo, y aunque nos sigamos desconociendo y Anónimos sean nuestros nombres con los Arcanos por apellidos... podremos seguir intentándolo con éxito, imagino.

Demostrémosnos que entre solo dos, nosotros, se puede obtener lo que las acciones pluralizadas y masivas, una a una, no consiguieron engendrar.

Además, te confesaré que... en estos tiempos en que la muerte se detiene, tan a menudo, a mi vera... arrebatándome tanto, no quiero, ya, que de mi vida te me pierdas.

Firmado:
La que en este preciso momento te mira... en lo que lees, sin haber sabido que tú la contemplaste mientras se deshacía de estas letras que ahora son tuyas.