martes, 29 de julio de 2014

Siemprear...


Era, hasta en la expresión de su decir, tan bella como la ola que, pícara, desentonaba en la mar aburridamente calmada; o como la luz que se filtraba cuando, entre tinieblas, la oscuridad acechaba; o como la amapola que, salvaje, crecía en tierra desértica, árida y extraña.

Las musas la perseguían, pero daban traspiés ya que iban descalzas. 
Ella, con sus chanclas de colores, entre risas gritando, más que cantando, "help"... se negaba a ser alcanzada.

No fue capaz, por más que quiso, de dedicar una Oda a su majestuosa Alhambra, aún adorando todos sus rincones y cada una de las piedras que daban gloria y nombre a su querida Granada.

Tantas palabras trabadas como letras desencontradas cincelaban su blanco lienzo... el cual esperó, paciente, renacer con un corazón transcrito con todo lo que ella estaba sintiendo y no se atrevió a dejarlo brotar para ser leído y conocido.


Hay tiempo para volver a intentarlo.
Siemprear fue, será y es... ayer, hoy y después.

Siemprea, ¡help!
¡No hay pasado!

La luna está llena de socorros, tanto como mi alma cautivada por locos, colgados del cielo, como tú, como yo... que lo seguimos intentando aún en los intervalos del "ya veremos", del "no sé" y del "de cuando en cuando".

Si continúas siempre siempreando la imaginación no quedará sin saldo y lo que, real y no, deseas... llegarás, apasionadamente, a tocarlo.