Hoy no amaneció,
ni a las 7, ni a las 8, ni a las 12...
Ha sido noche cerrada durante todas las horas.
Se sienta junto a la ventana.
Ningún fulgor se filtra. Lobreguez.
De fondo suena, a intervalos,
el tímido drip-drop
de esa delgada e intensa
lluvia de Abril que no cesa.
Un olor a farigola se desprende
de la vela que alumbra sus manos,
dándole a su desfigurado pulso
el sosiego que su alma precisaría.
La tuvo que encender para escribirle;
para decirle algo que le solazaría:
Ya se encuentra bien, ya no le añora.
Ya no resta cada grano de arena
que cae tras el cristal del reloj.
Murió la espera
y ella... con ella.
Vuelve a desadormecerse un nuevo día.
... Y no amanece.
ni a las 7, ni a las 8, ni a las 12...
Ha sido noche cerrada durante todas las horas.
Se sienta junto a la ventana.
Ningún fulgor se filtra. Lobreguez.
De fondo suena, a intervalos,
el tímido drip-drop
de esa delgada e intensa
lluvia de Abril que no cesa.
Un olor a farigola se desprende
de la vela que alumbra sus manos,
dándole a su desfigurado pulso
el sosiego que su alma precisaría.
La tuvo que encender para escribirle;
para decirle algo que le solazaría:
Ya se encuentra bien, ya no le añora.
Ya no resta cada grano de arena
que cae tras el cristal del reloj.
Murió la espera
y ella... con ella.
Vuelve a desadormecerse un nuevo día.
... Y no amanece.