... Que he contado siete amaneceres y varias madrugadas desde tu última vez.
Que cuando comienza a dominarme el sueño te quedas en mi pensamiento, porque no quiero que el olvido te alcance.
Que he coleccionado unas cuantas Lunas desde que comenzó el verano.
Que he sumado, en ellas, ausencia y he restado dos palabras y algún abrazo.
Que apilé distanciamientos y desvelos y un poco de cansancio.
Que rescaté recuerdos, cartas y esquirlas de poemas incompletados.
Que trencé alguna lágrima seca con fragmentos de esperas y pedacitos de desengaños.
Que una estrella me robó montones de letras de los labios y silenció los murmullos de mis manos.
(Esos que, por diversas razones, no te llegaron).
Que supe que la noche es mágica, que une el ayer con el mañana para darme esos hoys que voy agotando con pisadas perezosas y sin rumbos acentuados.
No sé cómo tus suelas andarán desgastando tus hoys y tus ratos. Ni si los estirarás o achicarás... Trato de imaginarlos.
Yo voy vaciando vacíos y saturando surcos... con dos ó tres lápices, miles de canciones, un puñado de amigos y forjando con vivencias y pinceles un desigual y borroso cuadro.
También hay algún "hoy" que lo debí de traspapelar en alguna esquina o en algún recodo del calendario.
Tú con tus hoys; yo con el míos. Los dos incrementando horas de diferentes longitudes en las hojas de nuestro diario; como decidiste... por separado.
Sé que tú preferirías que te hablara sobre el irrazonable atentado a Noruega, o sobre cuántos parados hay hoy de menos o multiplicados, o lo incomprensible de la marcha de Amy Winehouse, o de la reciente desaparición del Códice Calixtino, o de la guerrilla de El Cairo... (Desastres. Sólo hay catástrofes). Prefiero contar chinches en Conchinchina que hablar de tanto horror y tanto quebranto.
Así que aunque quisiera decirte... nada te diré.
Continuaré silente y menguante como una tortuga cuando se esconde...
Ya se hizo la hora de irme.
Volveré por aquí, sí.
Lo sé.
Y volveré a ti, también.
Aunque no sepa, ahora, cuándo...
(pero sí el porqué).