"Los caminos que me llevan a ti no aparecen en los mapas, pues los dibujó un niño en los ventanales llenos de vaho de un día de lluvia que he olvidado. La misma lluvia que perfuma las sombras viene de tan lejos, como tú, que guardas en el fondo de tus ojos el horizonte que me sostiene. Hay amantes que no tienen más patria que los lechos claros donde yacen juntos. Amar es también ser horizonte para otro.
Reconoces ese paisaje de muros visibles e invisibles de hombres cercados por otros hombres y te preguntas si el camino es volverse fósil, vida a la que le han extraído la aparente locura de sentir ese espacio que enuncia la lejanía donde se guardan las posibilidades no vividas; las sendas por transitar; los encuentros; las preguntas que responderá el tiempo; el sueño de la vida, ese con el que nacemos. O si el camino es otro en mitad del laberinto: no desfallecer; no permitir nuestro propio sacrificio e incluso acorralados iluminar en la noche cerrada y hacer de la propia existencia una ofrenda para los otros.
Reconoces ese paisaje y sientes ante él la asfixia porque uno lleva en algún lugar de sí la voz de las gaviotas de un mar oscuro que busca la luz de la aurora; la fantasía que un niño envolvió en un pañuelo azul celeste y guardó para el futuro; el amor buscado, el amor encontrado sin pretenderlo, con su tamtan en la sangre cantando la alegría de la carne encendida; una hermandad de soledades rotas por único anhelo.
Hasta el dolor te dice que estás hecho de horizontes."
(Traducción de Tania de la Serie: Manuscrito del horizonte)