miércoles, 17 de agosto de 2011

Recuerdos en desorden...





Recuerdo cuando era chiquitaja (más chiquitaja que ahora, digo) que a muy pocos metros de una de mis
casas (digo "una" porque en aquel entonces pasaba temporadas con mis abuelos en otro barrio y también era mi casa) había una era (imagino que la llamarían así porque en algún momento habría sido terreno de labranza, no sé... es algo que nunca he llegado a preguntar -qué cosa que ahora quiera saberlo-), pues en esa era crecían amapolas, margaritas, juncos, espigas y demás plantas silvestres y cesped, mucho cesped...era un verdadero parque de juegos (no como los de ahora).




Y había perros callejeros (no se decía abandonados) y no llevábamos collar antiparásitos (ni ellos, ni nosotros) y comían las sobras y estaban sanos (ellos, no nosotros... a lo de las sobras de comida me refiero. Lo de sanos, también, ellos y nosotros.)
Y había trabajo para todos.
Y se marchaba de vacaciones el que tenía pueblo; el que no lo tenía se quedaba esperando a que regresaran los que se habían ido.

Y recuerdo que las mariposas y mariquitas siempre me llamaron la atención. Era (del verbo ser) algo muy común verlas por aquella era. No las tenía que buscar, ellas venían a mi encuentro; no había día que no me llevara alguna para casa.

Las mariposas tenían un colorido muy diferentes unas de otras: vivo, impresionante, magnífico. Todas, todas me gustaban. Me parecían tan presumidas (bueno, ese adjetivo se lo di después... entoces era el de bonitas).
Ahora, ni buscándolas encuentro ninguna.

Mariquitas, nada de nada.

Mariposas: sólo polillas. De esas que dicen que si revolotea alguna a tu alrededor es porque vas a tener carta. Con tonos apagados, oscuros y rancios.

Así que si las quiero ver, las mariquitas me las pongo como pendientes y otra me la cuelgo en el "escote", ya que me las regalaron "disecadas" en oro y con sus mismos colores. No hay otra manera de acercarme a ellas.

De mariposas también tengo algo similar, además de poderlas contemplar mirando las cortinas ya que allí tengo algunas prendidas en diferentes tamaños y colores. Pero... claro, no es lo mismo.

Deberían haber sido especies protegidas y que no se extinguieran, ¿verdad?... O ¿las hay por algún lugar?

Cuando no ves algo que buscas con afán se piensa que está erradicado, eliminado, exterminado y a veces, muchas veces (siempre)... sientes desazón.

Cuando las pinto mis pinceles crean luces de niñez, con sabor de añoranza y olor a recuerdo.

Recordáis eso de: "Un lápiz quiso volar y pintó mariposas."
Me gustaría tener una mariposa, como antaño, en mis manos.
Di los buenos días así y hemos quedado que lo colgaría aquí para compartirlo con los que leéís.

Lo mismo os trae a la memoria cosas de cuando erais niños...