martes, 6 de marzo de 2012

De corazón...

Aunque nadie sea más digno de tu llanto y de tu pena de lo que lo es ella, piensa que no le gustaría verte tan triste por algo que aunque se nos haga tan doloroso y nos parezca tan injusto... es natural y es un mismo sino para todos igual.

Allí nos encontraremos desde el más joven al más mayor, desde el más blanco al más pigmentado, desde el más honrado al más deshonesto, desde el más pobre al más acaudalado...

Ella quería ya descansar.
Piensa que se marchó por voluntad propia; su fatiga ya no pudo aguardar más por ti.

Cada vez que la recuerdes, que será constantemente, inclínate y alcanza su corazón; acaríciale con una de tus sonrisas... será su mejor regalo y tu mejor consuelo.

Háblale todo lo que necesites... sentirás como te escucha y hasta obtendrás sus respuestas.

El tiempo te la irá trayendo más sosegadamente.
Déjale, poco a poco, correr.

Un beso, amiga.