Como el junco,
como la espiga
blandiéndose,
unidos,
cubiertos de umbrías organzas
en tierra inverna...
Así de cimbreante se nos asemeja,
la noche cerrada
sin luciérnagas
cuando es su motivo
el desmembrarnos
y el fuego se nos apaga,
y el fuego se nos enciende
calcinándonos
en las heladas teas
de ésta inmanencia sellada.