Ya ves...
A la casa ya le pusieron la última viga.
Está... casi, casi terminada,
pintada, amueblada y decorada.
Unos retoques para ser habitada y... lista.
En las ventanas unos sencillos visillos
que resguardan de las indiscretas miradas
la intimidad de sus moradores
aunque dejen entrar a los rayos del día.
Unos cuadros, de diferentes tamaños,
en una de las paredes del salón;
en otra, la cómplice chimenea... presta
para acoger a las tardes álgidas y frías;
con leña, un avivador y largas cerillas.
Un piano blanco, chico y vertical,
Un piano blanco, chico y vertical,
para solazarse con su tenue melodía
en los momentos que destilen lluvia,
y para que enmele la melancolía.
El único dormitorio tiene una yacija con dosel,
mariposas transparentes en las esquinas
un chiffonier con dos marcos: uno para mi foto
el otro, si tú quieres, para la tuya;
y espacio en los rincones para que quepa la fantasía.
Los estantes, imitando al roble, repletos de libros
de historia, misterio, arte... poesía.
Una figura de un pescador
y unos cuantos elefantes, en miniatura,
con las trompas hacia arriba.
Los instantes... vacíos
contiguos a la lejanía
esperando ser invadidos con tu risa,
contigo y tus manías...
dibujando peripecias en cada una de las mías.
Verás...
En el jardín va creciendo una enredadera,
pausadamente, sin prisa...
esperando a ser regada
si tú llegaras algún día.
La calle es frente al mar,
el número: bajo la luna.
Situada en la tercera fase
del polígono de la "ex-cordura".
Posdata:
El plano fue delineado una noche de vigilia
con el cartabón de los besos contingentes,
la escuadra de las horas proscritas;
con el portagrados de la dilatación
y por una regla... irreflexiba y clandestina.
La arquitecta acepta para los jarrones:
rosas, violetas, nardos y lilas.
Ternura para los tabiques;
y la lámpara disparatada de la locura
y la lámpara disparatada de la locura
para los casquillos de las bombillas...