Meg miró la hora.
Deprisa dejó a un lado el libro que la había tenido embebida más de dos horas sin que se percatara de lo deprisa que había corrido el reloj.
De un salto se puso en pie intentando desentumecer su abstraída mente y sus adormiladas piernas.
Quería regar sus plantas antes de que oscureciera del todo. Después haría frío y le daría pereza.
Salió al pasillo para dirigirse a la terraza que estaba al otro extremo de la casa.
Su vista tropezó con una figura que venía caminando de frente.
Tan concentrado iba Nils pensando en unos asuntos de trabajo que ni reparó en ella.
Meg le habló con los sonidos in_guturales de sus ojos; como si él la fuera a escuchar aún con la mirada puesta en otro punto.
Al llegar a su altura se detuvo.
Tardó apenas tres segundos en, ligeramente, alzarse de puntillas y echarle los brazon al cuello; en, levemente, rozarle la mejilla con los labios; y..., prestamente, desaparecer en sentido contrario.
Nils quedose sorprendido. Ni tan siquiera se había percatado de su presencia cuando se sintió gratamente asaltado.
Giró la cabeza para observarla y, acuñando una distraída sonrisa, volvió a su ensimismamiento numérico.
-Ya habría tiempo de devolverle la caricia.-
... Y es que el cariño, y la estima,
y el amor...
se demuestra con sencillos, espontáneos e inesperados gestos.